viernes, 24 de septiembre de 2010

¿CÓMO NACIÓ EL SISTEMA MONETARIO-FINANCIERO ACTUAL?


Por generaciones la gente utilizó el sistema del trueque. Un hombre mantenía a su propia familia proporcionando todas sus necesidades o bien se especializaba en un comercio en particular. Los bienes excedentes de su propia producción, los intercambiaba por los excedentes de otros.

En cada comunidad un gobierno simple había sido formado para cerciorarse de que las libertades y los derechos de cada persona fueran protegidos y que no se forzara a ningún hombre a hacer cualquier cosa contra su voluntad por ningún otro hombre o cualquier grupo de hombres. Éste era el único propósito del gobierno y cada gobernador era apoyado voluntariamente por la comunidad local que lo eligió.

Sin embargo, el día del mercado era un problema que no podían solucionar. ¿valía un cuchillo una o dos cestas de maíz?. Valía una vaca más que un carro..etcétera. A ninguno se le ocurría sistema mejor. Entonces Alfonso, el orfebre, anunció: “tengo la solución a nuestros problemas del trueque, los invito a todos a una reunión pública para mañana”…

El dinero

El día siguiente sobre un gran escenario en la plaza de la ciudad, Alfonso explicó a todos el nuevo sistema que él llamó “dinero”. Dijo: “el oro que uso en ornamentos y joyería es un metal excelente. No se deslustra ni se enmohece, y durará muchos años. Fundiré un poco de mi oro en monedas y llamaremos a cada moneda “un peso”.

Él explicó cómo trabajarían los valores, y que ese “dinero” sería realmente un medio para el intercambio –un sistema mucho mejor que el del trueque.

Uno de los gobernadores preguntó: “algunas personas pueden encontrar oro y hacer las monedas para sí mismos”; él dijo:”eso sería de lo más injusto”, Alfonso tenía preparada la respuesta. “Solamente las monedas aprobadas por el gobierno pueden ser utilizadas, y éstas tendrán una marca especial estampadas en ellas”. Esto parecía razonable y fue propuesto que se le dé a cada hombre un número igual de monedas.
“sólo yo merezco la mayoría” dijo el fabricante de velas, “todos utilizan mis velas”. “No”, dijo el granjero, “sin alimento aquí no hay vida, nosotros debemos tener la mayor cantidad de monedas”…y la discusión continuaba.

Alfonso los dejó discutir por un rato y, finalmente, dijo: “puesto que ninguno de ustedes puede llegar a un acuerdo, yo sugiero que cada uno obtenga la cantidad de monedas que requiera de mí. No habrá límite, a excepción de su capacidad de devolverlas. Cuanto más dinero cada uno obtiene, más debe devolver al final del año.

Interés

“¿y qué pago recibe usted?”, la gente le preguntó a Alfonso. “Puesto que estoy proporcionando un servicio, es decir, la fuente de dinero, me dan el derecho al pago por mi trabajo. Digamos que por cada 100 monedas que ustedes obtienen, me devuelven 105 por cada año que ustedes mantienen la deuda. Los 5 serán mi pago, y llamaré a esto “interés”. No parecía haber otra manera y, además, el 5% parecía poca cantidad para un año.
Alfonso no perdió un minuto. Él hizo monedas día y noche, y al final de la semana ya estaba listo. Hizo cola la gente para entrar e su tienda, y después de que las monedas fueran inspeccionadas y aprobadas por los gobernadores, el sistema comenzó. Algunos pidieron sólo algunas monedas y se fueron a intentar el nuevo sistema.

Precio

Encontraron que l dinero era maravilloso, y pronto valoraron todo en monedas o pesos de oro. El valor que pusieron en cada cos fue llamada “precio”, y el precio dependió principalmente de la cantidad de trabajo requerida para producir el bien. Si tomaba mucho trabajo el precio era alto, pero si era producido con poco esfuerzo el precio era bajo. En la ciudad vivía Alfredo, que era el único relojero. Sus precios eran altos porque los clientes estaban ansiosos por obtener uno de sus relojes. Después otro hombre comenzó a hacer los relojes y los ofreció a un precio más bajo para conseguir ventas. Alfredo fue forzado a bajar sus precios, y luego todos los precios se vinieron abajo, de modo que ambos hombres se esforzaban en dar la mejor calidad en el precio más bajo. Ésta era la libre competencia genuina.

Deuda


Al fin del año, Alfonso salió de su tienda y visitó a toda la gente que le debía las monedas. Algunos tenían más de lo que pidieron, pero esto significaba que otros tenían menos, puesto que sólo había cierto número de monedas distribuidas inicialmente. Los que tenían más de lo que pidieron prestado devolvieron lo prestado más 5 adicionales cada 100, pero de todos modos, luego de devolver sus monedas, tuvieron que pedir prestado nuevamente para poder continuar. Los otros descubrieron, por primera vez, que tenían un deuda, antes de prestarles más dinero, Alfonso tomó una hipoteca sobre alguno de sus activos y cada uno salió una vez más a intentar conseguir esas 5 monedas extra que siempre parecían tan difíciles de encontrar.

Nadie se dio cuenta, que en el conjunto, el país nunca podría salir de su deuda hasta que todas la monedas fueran devuelta, pero aunque se devolvieran todas la monedas, estaban siempre esos 5 adicionales en cada 100 que nunca habían sido puestos en circulación. Nadie más que Alfonso podía ver que era imposible pagar el interés- el dinero adicional nunca había sido puestos en circulación, por lo tanto a alguien siempre le faltaba.

Era verdad que Alfonso gastaba algunas monedas, pero él por sí mismo no podía gasta tanto como el 5% de la economía total del país. Había millares de personas y Alfonso era solamente uno. Por otro lado, él seguía siendo un orfebre viviendo una vida confortable.

Banco


En la parte posterior de su tienda Alfonso hizo una caja fuerte y la gente encontró conveniente dejar algunas de sus monedas en ella como depósito de seguridad. Él cobraba un honorario pequeño dependiendo de la cantidad de dinero, y la cantidad de tiempo que permanecía con él.
Él daba el dueño de las monedas un recibo por cada depósito.
Cuando una persona iba a hacer compras, no llevaba normalmente muchas monedas de oro. La persona le daba al comerciante uno de los recibos de Alfonso, según el valor de las mercancías que deseaba comprar.
Los comerciantes reconocían el recibo como genuino y lo aceptaban con la idea de llevarlo luego ante Alfonso y recoger la cantidad apropiada de monedas. Los recibos pasaron de mano en mano en vez de transferir el oro en sí mismo. La gente tenía completa confianza en los “recibos” -y los aceptaba como si fueran monedas de oro.
Después de poco tiempo, Alfonso notó que era poco raro encontrar que alguna persona le pidiera todas sus monedas de oro.

Depósitos bancarios


Él pensó: “aquí estoy en la posesión de todo este oro y sigo teniendo que trabajar duro como artesano. No tiene sentido. Hay docenas de personas que estrían contentas de pagarme por el uso de este oro que está depositado aquí y que sus dueños raramente reclaman”.

Préstamos


“es verdad, el oro no es mío -pero está en mi posesión, que es todo lo que importa. Ya no es necesario hacer más monedas para prestar, puedo utilizar algunas de las monedas depositadas en la caja fuerte”.
Un día, un préstamo muy grande fue solicitado. Alfonso sugirió: “en vez de llevar todas estas monedas podemos hacer un depósito a su nombre y entonces le daré varios recibos al valor de las monedas”. El prestatario convino, y se fue con un manojo de recibos. Él había obtenido un préstamo, sin embargo el oro permanecía en la caja fuerte de Alfonso. Después de que el cliente se fuera, Alfonso sonrió. Podía tener la torta y encima comerla también. Él podía “prestar” el oro y todavía mantenerlo en su poder.
Los amigos, los extranjeros e incluso los enemigos necesitaron los fondos para realizar sus negocios –y siempre y cuando podían asegurar la devolución, podían pedir prestado tanto como necesitaran. Simplemente escribiendo recibos Alfonso podía “prestar” tanto dinero como varias veces el valor del oro en su caja fuerte, y él ni siquiera era el dueño del dinero en ella.
Todo era seguro siempre y cuando los dueños verdaderos no pidieran su oro y la confianza de la gente fuera mantenida.

Asientos contables

Él mantenía un libro mostrando los débitos y los créditos de cada persona. De hecho, el negocio de préstamos demostraba ser muy lucrativo.
Su posición social en la comunidad aumentaba casi tan rápido como su riqueza. Él se estaba convirtiendo en un hombre de importancia, él requería respeto. En materia de finanzas, su palabra era como una declaración sagrada.

Sistema bancario

Los orfebres de otras ciudades se hicieron curiosos sobre sus actividades y un día lo llamaron para verlo. Él les dijo qué era lo que hacía, pero tuvo mucho cuidado en remarcar la necesidad de mantener el secreto.
Si su plan fuera expuesto, el esquema fallaría, así que acordaron formar su propia alianza secreta.
Cada uno volvió a su propia ciudad y comenzó a operar como Alfonso les había enseñado.

Cheques

La gente ahora aceptaba los recibos como algo tan bueno como el oro en sí mismo, y muchos recibos fueron depositados para mantenerlos seguros de la misma manera que las monedas.
Cuando un comerciante deseaba pagar a otro mercancías, él escribía simplemente una nota dirigida a Alfonso en la que le mandaba transferir el dinero de su cuenta a la del segundo comerciante. Le tomaba a Alfonso solamente algunos minutos para ajustar los números en el libro.
Este nuevo sistema llegó a ser muy popular y las notas con la instrucción de transferencia fueron llamadas “cheques”.

Billetes


Tarde, una noche, los orfebres tuvieron una reunión secreta y Alfonso les reveló un nuevo plan. Convocaron el día siguiente una reunión con todos los gobernadores y Alfonso comenzó: “los recibos que nosotros emitimos han llegado a ser muy populares. Sin duda, la mayoría de ustedes, los gobernadores, los está utilizando y los encuentran muy convenientes”. Los gobernadores asintieron.
Estaban de acuerdo, pero se preguntaban cuál era el problema. “bien –continuó Alfonso-, algunos recibos están siendo copiados por falsificadores. Ésta práctica se debe parar”.
Los gobernadores se alarmaron.”¿Qué podemos hacer”?, preguntaron. Alfonso contestó:”mi sugerencia es: primero que todo, hagamos que sea trabajo del gobierno el imprimir nuevas notas en papel especial con diseños muy intrincados, y entonces cada nota se firmará por el principal gobernador. Las notas las llamaremos “billetes”. Los orfebres estaremos felices de pagar todos los costos de la impresión, pues nos ahorrará mucho del tiempo que pasamos escribiendo nuestros recibos.
Los gobernadores razonaron, “bien, es nuestro trabajo proteger a la gente de los falsificadores y su consejo parece ciertamente una buena idea”. Acordaron entonces imprimir los “billetes”.
La idea sonaba bien y, sin pensarlo mucho, imprimieron una gran cantidad de nuevos y flamantes billetes. Cada billete tenía un valor impreso sobre él $1, $2, $5, $10 etc. Los pequeños costos de impresión fueron pagados por los orfebres.
Los billetes eran mucho más fáciles de transportar y rápidamente fueron aceptados por la gente. A pesar de su popularidad estos billetes eran usados solo para el 10% de las transacciones. Los registros mostraban que el sistema de cheques era usado para el 90% de todos los negocios.

Reservas en oro

“en segundo lugar – dijo Alfonso- , algunas personas han hecho excavaciones y están haciendo sus propias monedas de oro. Sugiero que emitan una ley, para que cualquier persona que encuentre pepitas de oro deba entregarlas. Por supuesto, será pagado con billetes y monedas.

Ahorro

La siguiente etapa del plan comenzó. Hasta ahora, la gente le estaba pagando a Alfonso por guardar su dinero. Para atraer más dinero a la caja fuerte Alfonso so ofreció a pagar a los depositantes un 3% de interés sobre los depósitos.
La mayoría de la gente creía que él estaba prestando dinero a los deudores al 5%, y su ganancia era el 2% de diferencia. Además, la gente no le preguntó mucho, ya que obtener el 3% era mucho mejor que estar pagando para depositar el dinero en un lugar seguro.
La cantidad de ahorros creció, y con el dinero adicional en la bóvedas, Alfonso podía prestar $200, $300, $400 hasta $900 por cada $100 en billetes y monedas que mantenía en depósito. Él debía ser cuidadoso de no exceder el factor 9:1, ya que una persona de cada diez le pediría retirar el depósito para usar su dinero.
Si no había suficiente dinero disponible cuando alguien se lo requería, la gente hubiera comenzado a sospechar, ya que las libretas de depósito mostraban exactamente cuanto habían depositado.
Más allá de esto. Sobre los $900 en asientos contables que Alfonso había prestado escribiendo cheques, él mismo podía demandar hasta $45 de interés ($45=5% de 900). Cuando el préstamo más los intereses eran devueltos ($945), los $900 se cancelaban en la columna de débitos y Alfonso se guardaba los $45 de interés. Por lo tanto, él estaba más que contento con pagar $3 de interés sobre los $100 depositados originalmente, los cuales nunca habían salido de la bóveda. Esto significaba, que por cada $100 que mantenía en depósito era posible obtener un 42% de ganancia, mientras la mayoría de la gente pensaba que él solo ganaba el 2%. Los otros orfebre estaban haciendo la misma cosa. Creaban dinero en el aire, sólo firmando un cheque, lo prestaban y encima le cargaban interés.

Crédito

Es cierto, ellos no estaban haciendo billetes, el gobierno imprimía los billetes y se los entregaba a los orfebres para distribuir. El único gasto de Alfonso era el pequeño costo de impresión. Sin embargo, ellos estaban creando dinero de “crédito”, que salía de la nada y le cargaban intereses encima. La mayoría de la gente creía que la provisión de dinero era unas operación del Gobierno. También creían que Alfonso estaba prestando el dinero que alguien más había depositado, pero había algo extraño: ningún depósito decrecía cuando Alfonso entregaba un préstamo. Si todos hubieran tratado de retirar sus depósitos al mismo tiempo, el fraude hubiera sido descubierto.

Emisión


No había problemas si alguien pedía un préstamo en monedas o billetes.
Alfonso simplemente le explicaba al Gobierno que el incremento de la población y de la producción requería más billetes, y los obtenía a cambio del pequeño costo de impresión.

Algo está mal

Un día, un hombre que solía pensar mucho fue a ver al Alfonso. “esta carga de interés está mal – le dijo-.por cada $100 que usted presta, está pidiendo $105 en devolución. Los $5 extra no pueden ser pagados nunca, ya que no existen. Muchos granjeros producen comida, muchos industriales producen bienes, y así hacen todos los demás, pero usted solo produce dinero”.

Poder adquisitivo


“Suponga que existimos sólo dos empresarios en todo el país y que nosotros empleamos al resto de la población. Le pedimos prestado $100 cada uno, pagamos $90 en salarios y gastos y nos quedamos con $10 de ganancia (nuestro salario). Eso significa que el poder adquisitivo de total, de toda la población, es $90 + $10 multiplicado por dos, esto es $200.
Pero, para pagarle a usted, nosotros debemos vender toda nuestra producción por $210. si uno de nosotros tiene éxito y vende todo lo que produce por $105, el otro hombre sólo puede esperar obtener $95. además, parte de los bienes no pueden ser vendidos, ya que no quedaría más dinero en manos de los consumidores para comprarlos.
Vendiendo por $95, el segundo empresario todavía le debería a usted $10 y sólo podrá pagarle pidiendo más prestado. Este sistema es imposible”.
El hombre continuó: “seguramente usted debería emitir “105, esto es 100 para mí y 5 para que gaste usted. De esta manera habría $105 en circulación, y la deuda podría ser pagada”.

Gurú financiero


Alfonso escuchó en silencio y finalmente dijo: ”la economía financiera es un tema muy profundo, toma años de estudio. Déjeme a mí preocuparme por estos asuntos, y usted preocúpese por los suyos. Usted debe volverse más eficiente, incremente su producción, baje sus gastos y conviértase en mejor empresario. Siempre estaré dispuesto a ayudarlo en estos asuntos” el hombre se fue sin estar convencido. Había algo mal con las operaciones de Alfonso, y él sentía que su pregunta había sido contestada con evasivas.
Sin embargo, la mayoría de la gente respetaba la palabra de Alfonso: “él es el experto, los otros deben estar equivocados. Miren como se desarrolló el país, cómo se incrementó nuestra producción, mejor dejemos que él maneje estos temas”.

Huelga

Para pagar los intereses sobre los préstamos que habían pedido, los comerciantes tuvieron que elevar sus precios. Los asalariados se quejaron de que los sueldos eran muy bajos. Los empresarios se negaron a pagar mayores salarios, diciendo que quebrarían. Los granjeros no podían obtener precios justos por su producción. Las amas de casa se quejaban de que los alimentos estaban muy caros. Y finalmente algunas personas se declararon “en huelga”, algo de lo que nunca se había oído hablar antes. Otros habían sido golpeados por la pobreza, y sus amigos y parientes no tenían dinero para ayudarlos.
La mayoría había olvidado la riqueza real alrededor de ello –las tierras fértiles, los grandes bosques, los minerales y el ganado-.
Sólo podían pensar en el dinero, que siempre parecía faltar. Pero nunca cuestionaban el sistema bancario. Ellos creían que el gobierno lo manejaba.
La situación económica empeoró. Los asalariados estaban seguros de que los patrones estaban teniendo mucha ganancia. Los patrones decían que los trabajadores eran muy vagos y no estaban haciendo honestamente su día de trabajo, y todos culpaban a todos lo otros. Los gobernantes no pudieron encontrar una respuesta y, además, el problema inmediato parecía ser combatir la creciente pobreza.

Ayuda social

El Gobierno emprendió entonces esquemas de beneficencia e hicieron leyes forzando a la gente a contribuir en ellos. Esto hizo enojar a mucha gente, que creía en la vieja idea de ayudar al vecino voluntariamente.
“estas leyes no son más que un robo legalizado. Sacarle algo a una persona, contra su voluntad, más allá del propósito para el cual se usará, no es diferente de robar”.
Pero cada hombre se sentía indefenso y temía ir a la cárcel si no pagaba. Estos esquemas de beneficencia dieron algún alivio en principio, pero al tiempo el problema de la pobreza se agravó nuevamente y más dinero era necesario para la beneficencia.
El costo de los esquemas de beneficencia se elevó más y más y el tamaño del gobierno creció.
La mayoría de los gobernantes eran hombres sinceros tratando de hacer lo mejor posible. A ellos no les gustaba pedir más dinero de su pueblo (aumentar impuestos) y, finalmente, no tuvieron otra opción que pedir prestado a Alfonso y sus amigos.
No tenían idea de cómo iban a hacer para devolverlo. La situación empeoraba, los padres ya no podían pagar los maestros para sus hijos. No podían pagar doctores, y las empresas de transportes estaban quebrando.

Servicios públicos

Uno por uno, el gobierno fue forzado a tomar estos servicios por su cuenta. Maestros, doctores y muchos otros se convirtieron en servidores públicos.

Impuestos

Desesperados, los gobernantes decidieron pedir el consejo de Alfonso. Lo consideraban muy sabio y parecía saber como resolver problemas de dinero.
Alfonso los escuchó explicar todos sus problemas y, finalmente, respondió: “mucha gente no puede resolver sus problemas por sí mismos, ellos necesitan a alguien que lo haga por ellos. Seguramente ustedes estarán de acuerdo que la mayoría de la gente tiene el derecho a ser feliz y a ser provista con lo básico para vivir. Uno de nuestros grandes dichos es “todos los hombres son iguales”. ¿no es cierto?”.
“Bien, la única manera de balancear las cosas es tomar el exceso de riqueza de los ricos y darla a los pobres. Introduzcan un sistema de impuestos. Cuando más un hombre tiene, más debe pagar. Recojan los impuestos de cada persona según su capacidad y den a cada uno según su necesidad. Las escuelas y los hospitales deben ser gratuitos para los que no puedan permitírselos”

Deuda pública

Él les dio una larga charla sobre grandes ideales y acabó diciendo: “oh, a propósito, no se olviden que me deben dinero. Han estado pidiendo dinero por mucho tiempo. Lo menos que puedo hacer para ayudar es, como una atención para ustedes, que sólo me paguen el interés”.
Salieron, y sin hacer mucho análisis sobre las filosofías de Alfonso, introdujeron el impuesto graduado sobre la renta –cuanto más usted gana, más alta es su imposición fiscal. A nadie le gustó esto, pero, o pagaban o iban a la cárcel. Los nuevos impuestos forzaron a los comerciantes a subir sus precios. Los asalariados exigieron salarios más altos, lo que causó desempleo adicional y forzó al gobierno a introducir más esquemas de beneficencia y más seguros de desempleo.

Subsidios


Se fijaron tarifas y se implementaron otros mecanismos de protección para resguardar algunas industrias y que se mantuvieran dando empleo. Algunas personas se preguntaban si el propósito de la producción era producir mercancías o simplemente proporcionar empleo.

Lobby

Los “expertos” se presentaron y algunos eran elegidos para gobernar, pero después de cada reunión anual aparecían sin soluciones, a excepción de la noticia de que los impuestos deberían ser “reestructurados”, pero siempre, luego de las reestructuraciones, la suma total de impuestos aumentaba.
Alfonso comenzó a exigir sus pagos de interés, y una porción más grande y más grande de dinero de los impuestos era necesaria para pagarlo.

Política

Entonces vino la política partidaria –la gente discutía qué partido político podía solucionar lo mejor posible sus problemas.
Discutieron sobre las personalidades, idealismo, los slogans, todos, excepto el problema real. Los concejos deliberantes estaban en problemas. En una ciudad el interés de la deuda excedió la cantidad de impuestos que recaudaron en un año. En todo el país el interés sin pagar siguió aumentando –se cargó interés sobre el interés sin pagar.

Control de la información

Gradualmente, mucha de la riqueza del país fue comprada o controlada por Alfonso y sus amigos y con ello vino el mayor control sobre “la gente”. Sin embargo, el control no era todavía completo. Sabían que la situación no sería segura hasta que cada persona fuera controlada.
La mayoría de “la gente” que se oponía al sistema era silenciado por presión financiera, o sufría el ridículo público. Para lograr esto, Alfonso y sus amigos compraron la mayoría de los periódicos, TV y estaciones de radio. Luego seleccionaron cuidadosamente a la gente para operarlas. Muchas de esas personas tenían un deseo sincero de mejorar el mundo, pero nunca se dieron cuenta de cómo los utilizaban. Sus soluciones se ocuparon siempre de los efectos del problema, nunca de la causa.
Había varios periódicos, no importaba mucho en cuál usted creyera, siempre y cuando usted no pensara en el problema real.


La historia que usted ha leído es, por supuesto, ficción. Pero si usted la encuentra preocupantemente cercana a la realidad, hace bien en alarmarse. Si usted intuye quienes son Alfonso y sus amigos en la vida real,


El dinero tiene que buscar el máximo de protección en la legislación. Hagamos uso de los tribunales. Avancemos lo más rápido posible en la percepción de las deudas, en la ejecución de las obligaciones y las hipotecas

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