lunes, 20 de septiembre de 2010

¿CÓMO NACIÓ EL SISTEMA MONETARIO-FINANCIERO ACTUAL? Parte 1


Los albores


Por generaciones la gente utilizó el sistema del trueque. Un hombre mantenía a su propia familia proporcionando todas sus necesidades o bien se especializaba en un comercio en particular. Los bienes excedentes de su propia producción, los intercambiaba por los excedentes de otros.

En cada comunidad un gobierno simple había sido formado para cerciorarse de que las libertades y los derechos de cada persona fueran protegidos y que no se forzara a ningún hombre a hacer cualquier cosa contra su voluntad por ningún otro hombre o cualquier grupo de hombres. Éste era el único propósito del gobierno y cada gobernador era apoyado voluntariamente por la comunidad local que lo eligió.

Sin embargo, el día del mercado era un problema que no podían solucionar. ¿valía un cuchillo una o dos cestas de maíz?. Valía una vaca más que un carro..etcétera. A ninguno se le ocurría sistema mejor. Entonces Alfonso, el orfebre, anunció: “tengo la solución a nuestros problemas del trueque, los invito a todos a una reunión pública para mañana”…

El dinero


El día siguiente sobre un gran escenario en la plaza de la ciudad, Alfonso explicó a todos el nuevo sistema que él llamó “dinero”. Dijo: “el oro que uso en ornamentos y joyería es un metal excelente. No se deslustra ni se enmohece, y durará muchos años. Fundiré un poco de mi oro en monedas y llamaremos a cada moneda “un peso”.

Él explicó cómo trabajarían los valores, y que ese “dinero” sería realmente un medio para el intercambio –un sistema mucho mejor que el del trueque.

Uno de los gobernadores preguntó: “algunas personas pueden encontrar oro y hacer las monedas para sí mismos”; él dijo:”eso sería de lo más injusto”, Alfonso tenía preparada la respuesta. “Solamente las monedas aprobadas por el gobierno pueden ser utilizadas, y éstas tendrán una marca especial estampadas en ellas”. Esto parecía razonable y fue propuesto que se le dé a cada hombre un número igual de monedas.
“sólo yo merezco la mayoría” dijo el fabricante de velas, “todos utilizan mis velas”. “No”, dijo el granjero, “sin alimento aquí no hay vida, nosotros debemos tener la mayor cantidad de monedas”…y la discusión continuaba.

Alfonso los dejó discutir por un rato y, finalmente, dijo: “puesto que ninguno de ustedes puede llegar a un acuerdo, yo sugiero que cada uno obtenga la cantidad de monedas que requiera de mí. No habrá límite, a excepción de su capacidad de devolverlas. Cuanto más dinero cada uno obtiene, más debe devolver al final del año.

Interés

“¿y qué pago recibe usted?”, la gente le preguntó a Alfonso. “Puesto que estoy proporcionando un servicio, es decir, la fuente de dinero, me dan el derecho al pago por mi trabajo. Digamos que por cada 100 monedas que ustedes obtienen, me devuelven 105 por cada año que ustedes mantienen la deuda. Los 5 serán mi pago, y llamaré a esto “interés”. No parecía haber otra manera y, además, el 5% parecía poca cantidad para un año.
Alfonso no perdió un minuto. Él hizo monedas día y noche, y al final de la semana ya estaba listo. Hizo cola la gente para entrar e su tienda, y después de que las monedas fueran inspeccionadas y aprobadas por los gobernadores, el sistema comenzó. Algunos pidieron sólo algunas monedas y se fueron a intentar el nuevo sistema.

Precio

Encontraron que l dinero era maravilloso, y pronto valoraron todo en monedas o pesos de oro. El valor que pusieron en cada cos fue llamada “precio”, y el precio dependió principalmente de la cantidad de trabajo requerida para producir el bien. Si tomaba mucho trabajo el precio era alto, pero si era producido con poco esfuerzo el precio era bajo. En la ciudad vivía Alfredo, que era el único relojero. Sus precios eran altos porque los clientes estaban ansiosos por obtener uno de sus relojes. Después otro hombre comenzó a hacer los relojes y los ofreció a un precio más bajo para conseguir ventas. Alfredo fue forzado a bajar sus precios, y luego todos los precios se vinieron abajo, de modo que ambos hombres se esforzaban en dar la mejor calidad en el precio más bajo. Ésta era la libre competencia genuina.

Deuda

Al fin del año, Alfonso salió de su tienda y visitó a toda la gente que le debía las monedas. Algunos tenían más de lo que pidieron, pero esto significaba que otros tenían menos, puesto que sólo había cierto número de monedas distribuidas inicialmente. Los que tenían más de lo que pidieron prestado devolvieron lo prestado más 5 adicionales cada 100, pero de todos modos, luego de devolver sus monedas, tuvieron que pedir prestado nuevamente para poder continuar. Los otros descubrieron, por primera vez, que tenían un deuda, antes de prestarles más dinero, Alfonso tomó una hipoteca sobre alguno de sus activos y cada uno salió una vez más a intentar conseguir esas 5 monedas extra que siempre parecían tan difíciles de encontrar.

Nadie se dio cuenta, que en el conjunto, el país nunca podría salir de su deuda hasta que todas la monedas fueran devuelta, pero aunque se devolvieran todas la monedas, estaban siempre esos 5 adicionales en cada 100 que nunca habían sido puestos en circulación. Nadie más que Alfonso podía ver que era imposible pagar el interés- el dinero adicional nunca había sido puestos en circulación, por lo tanto a alguien siempre le faltaba.

Era verdad que Alfonso gastaba algunas monedas, pero él por sí mismo no podía gasta tanto como el 5% de la economía total del país. Había millares de personas y Alfonso era solamente uno. Por otro lado, él seguía siendo un orfebre viviendo una vida confortable.

Banco

En la parte posterior de su tienda Alfonso hizo una caja fuerte y la gente encontró conveniente dejar algunas de sus monedas en ella como depósito de seguridad. Él cobraba un honorario pequeño dependiendo de la cantidad de dinero, y la cantidad de tiempo que permanecía con él.
Él daba el dueño de las monedas un recibo por cada depósito.
Cuando una persona iba a hacer compras, no llevaba normalmente muchas monedas de oro. La persona le daba al comerciante uno de los recibos de Alfonso, según el valor de las mercancías que deseaba comprar.
Los comerciantes reconocían el recibo como genuino y lo aceptaban con la idea de llevarlo luego ante Alfonso y recoger la cantidad apropiada de monedas. Los recibos pasaron de mano en mano en vez de transferir el oro en sí mismo. La gente tenía completa confianza en los “recibos” -y los aceptaba como si fueran monedas de oro.
Después de poco tiempo, Alfonso notó que era poco raro encontrar que alguna persona le pidiera todas sus monedas de oro.

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